lunes, 6 de abril de 2009
COCINA AFRODISIACA
Una conquista en semana “santa”
Todos los años escribo lo mismo y parezco loco; esta semana no tiene nada de “santa”, al menos para aquellos que gozan de salud y la prepotencia de vivir caprichosamente quienes toman estos días para irse al mar, no a orar ni en plan de retiro espiritual, sino de descanso, estar cerca del pecado, respirar el aire del mar que trae en la brisa el germen volátil de la putería. Sí, eso que se respira por doquier y que muchos aparentar no oler o ver…
Y esto no quiere decir que yo haga lo contrario, porque siempre he dicho que soy un pecador descarado y no hipócrita que hace como que reza a escondidas y predica un evangelio que acomoda a su antojo según la onda social. Pues creo que yo si tengo derecho a vacacionar en estos días pero usted que se golpea el pecho y se pela las rodillas de tanto rezar durante el año, verdaderamente no la entiendo.
El mar siempre ha existido ahí, a qué horas las mamás decidieron tomar estos días para estar cerca del pecado arrastrando hijos y todo lo que pueden en los días que se supone son “santos”, nadie lo sabe. Lo cierto es que el temor a Dios se perdió y por lógica cristiana el respeto también, pero no todo está perdido, allá en el mar algunas señoras de la vela perpetua a las 3 de la tarde del viernes se hincan sobre arena caliente durante tres minutos bajo los rayos del sol en honor del Cristo que todo el año usan como estandarte…
A pesar de que muchas señoras, señores, jóvenes y niños se marchan de vacaciones, las iglesias no se quedan del todo solas, pues mucha gente que gracias a Dios no tiene casa en el mar o posibilidades para salir a buscar alguna novedad, se queda y cumple asistiendo a los servicios religiosos evitando exponerse en carretera, en el mar o a los excesos de un borracho que suele ser sorpresivo.
En realidad no pretendo darle clases de moral y mucho menos evitar que con mi escrito usted se divierta en estos días “santos”, al contrario, quiero que tome su traje de baño, coja suficiente dinero y se lance a la aventura; échese de panza al mar y espere a que le llegue la suerte. Ya en la playa usted vera a cientos de jovencitas con diminutos trajes de baño; las que van acompañadas usted deberá entender que ya están ocupadas pero las que van solitas, van como usted, en busca de unos días llenos de placer en donde todos los sentidos se satisfagan…
Bébase unas cervezas y procure ser generoso, a las muchachas les encanta que el hombre sea espléndido, que no de muestras de que su cartera es limitada, sino que tiene suficiente “pisto” para que ella y para que sus amigas beban hasta ahogarse; invítele un cóctel y procure no ir al grano desesperadamente, eso no le gusta a las muchachas, pues las chicas de ahora, desean, al menos, imaginarse que están siendo conquistadas lentamente, por lo que usted deberá ser paciente.
Hace varios años un amigo me pidió un consejo porque deseaba recibir a una chica en su departamento y moría por convertirla en su novia, sabrá usted que en el mar se presta más para conquistar porque el ambiente, el calor, las cerveza, la vestimenta y germen que anda en la brisa del mar facilitan que las parejas entren en celo más rápido, así que le instruí sobre lo que debía hacer en esa cena que deseaba preparar personalmente, sabiendo que, con eso, la chica caería rendida a sus pies, porque un hombre cocinando está de más que le diga que se ve y es sexy.
Como sé que mi amigo no es un cocinero profesional y mucho menos está acostumbrado a hacer bailar los cuchillos en el aire, le recomendé una receta fácil y que no falla, claro que a falta de un plato laborioso debía dedicarle al ambiente y la decoración toda la enjundia posible, así que le recomendé flores sobre la mesa, buena música ambiental; que vistiera la mesa con un mantel fino y encendiera velas, esa luz nunca falla y convierte el lugar en romántico.
Le sugerí que preparara unos camarones gigantes con cáscara rebanados a la mitad pero bien sazonados con harto ajo, pimienta, sal y mantequilla; todos colocados sobre una charola y cocinados en el horno por treinta minutos, acompañando esta delicia con una ensalada de lechuga, pepino, apio y zanahoria. Le recomendé también que pusiera a enfriar un par de botellas de vino blanco y cuando ella llegara que la recibiera en la puerta, de preferencia, todavía con el delantal puesto, y sí aún no había terminado de hacer la cena, juntos podrían encontrar el punto exacto a la sazón…
Ya en la cocina la pondría sobre una silla con una copa de vino helado, que procurara desabotonarse la camisa para mostrar sus músculos, de lago ha de servir levantar tantas pesas, el comunique que, a diferencia de los hombres que solo piensan en el objetivo, las mujeres se inclinan más por los rituales y procesos. Le explique que esa ceremonia previa, aunque fuera un acto de ilusionismo, sería seguramente tan excitante para la joven como las acrobacias posteriores.
No la apures, le supliqué, saborea con ella el aroma de las velas, la delicadeza de las flores, cada sorbo de vino y bocado de la comida; habla poco y finge prestar atención a lo que ella dice. A ninguna mujer le interesa realmente lo que hablan los hombres, solo lo que murmuramos. Baila con ella, así puedes abrazarla sin parecer un orangután en celo y, cuando creas que ha llegado el momento de conducirla a una posición más cómoda, espera. Y sigue esperando un rato más. Recuerda que no se puede apresurar la cocción de un estofado. Juega con ella, le dije a mi amigo, pensando que la risa es un excelente afrodisíaco, cosa que mi amigo con aspiraciones literarias suele olvidar en su desmedido entusiasmo por la tragedia…
Le dije que sí había una segunda cita que recordara que la preparación compartida de los alimentos es un preámbulo para hacer el amor. No importa demasiado que las recetas no sean afrodisíacas, desde el punto de vista científico, siempre que los brincos y los retozos en la cocina lo sean. Juega en la cama y juega con la comida. Grandes autores desde Henry Millar en sus trópicos, hasta Pablo Neruda en infinitas metáforas poéticas, han convertido a la comida en inspiración sexual.
Recuerda al anciano dictador de la novela de García Márquez, El otoño del patriarca, le dije, quien atraía colegialas a los jardines de su palacete para frotarles las zonas erógenas con los ingredientes de la ensalada y luego… ¡Bueno, mejor lee el libro!
Bueno sí a usted le interesa en esta semana seducir a su amante, coja los camarones gigantes y lávelos bien, pártalos en partes iguales abriéndolos y extrayendo la tripita negra que es por donde circula el excremento, sobe con el ajo, la pimienta y la mantequilla e ingréselos al horno con un suave rocío de sal en caso necesario y sí teme que se secarán, coloque vino blanco en una atomizador y rocíe la charola, estoy seguro que esto le dará el toque perfecto.
La ensalada no tiene ningún chiste, pues todo consiste en preparar un buen aderezo que puede contener dos cucharadas de miel virgen, el jugo de un limón entero, una pizca de sal, un chorrito de vinagre balsámico, tres cucharadas de aceite de oliva y cinco pimientas negras bien molidas. Mezcle todo esto y en cada plato con al ensalada ya servida, ponga al gusto. Se acompaña con vino blanco bien helado pero no olvide que en esta semana “santa” es precisamente la carne humana la que la iglesia prohíbe.
Nos vemos el martes, me voy de vacaciones a recoger historias, a nutrirme para seguir con esta pasión que me aliviana y a usted le deja el alma con suspiros.
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