PRIMERA FILA
Por Rosalino Ortiz
En Chiapas, como en cada una de las entidades federativas del país, las administraciones tratan de trabajar con esquemas o estrategias que a su juicio, sirvan para llevar por el rumbo del desarrollo a la población, o cuando menos, para resarcirle sus más ingentes necesidades. No falta por allí quien vaya más adelante y presuma que en su administración, los principales males quedarán desterrados, aunque a veces sólo queden en el intento porque al final de cuentas, la situación queda igual o tal vez peor, no por falta de capacidad o deseo, sino porque casi siempre las acciones se enlodan en un mar de corrupción.
Sobre este tema, el obispo auxiliar de San Cristóbal de las Casas, Enrique Díaz Díaz, ha sido muy claro y contundente al pedir (en su homilía) que los “demonios” deben ser expulsados y que se requieren milagros para construir una mejor sociedad. Entre los demonios que deben ser expulsados citó a la pobreza, la mentira, la corrupción y la violencia. Chiapas ha de ser uno de esos paraísos, porque para nadie es un secreto que aquí ha habido mucho de ello y que tal vez por lo mismo, a esta entidad le ha costado salir adelante, ya que estos males tan determinantes, aún pesan en la población.
Y es que, quién va a negar que en Chiapas no hay pobreza. Fíjense nomás: si hay penuria en pueblos de la Costa, cómo no ha de haber en las poblaciones indígenas, en donde por muchísimos años o desde siempre, han estado en el completo olvido, al tal grado de que hoy en día, aquellas etnias que deberían ser el orgullo de Chiapas, poco a poco han ido desapareciendo o han sido absorbidos por la modernidad. Sin duda, el “demonio” de la pobreza, tal como lo dijo Díaz Díaz, ha sido lacerante y un peligroso enemigo a vencer por parte de las autoridades, las que deberán luchar también por vencer esa gama de desigualdades.
Sin embargo, la situación no es fácil, ya que aparte de la pobreza, el obispo auxiliar de San Cristóbal de las Casas mencionó a otros “demonios”: la mentira, la corrupción y la violencia, que también campean, no sólo en Chiapas, sino en muchas partes del país. Por eso, el prelado dice, con razón, que hoy se vive una grave crisis de credibilidad por parte de las autoridades, tanto en lo político como en lo social, en lo económico, en la familia y hasta en el orden religioso. Y todo eso no se puede vencer con gritos, con amenazas y a la fuerza, sino con trabajo, con inteligencia, con honestidad, con pasión.
En Chiapas, como en todo el país, hace falta mucho trabajo para poder vencer estos males. Pero antes, si la corrupción, si la violencia y si la mentira persisten, no se va a ir a ningún lado. Por eso, la gente se va de espaldas cuando ve que la desigualdad entre los diferentes núcleos sociales, es enorme y con diferencias abismales. Es decir, mientras unos tienen demasiado, otros no tienen ni para comer. Y Chiapas no se escapa a ello porque desde hace mucho, lleva colgado este desprestigiado cartel y nadie se lo ha podido quitar, por más que quieran gritar.
Y las muestras están a la vista: Por ejemplo, cada vez que las autoridades policiacas detienen a un distinguido personaje, inmediatamente después vienen los cateos de casas o domicilios, y descubren que en esos lugares reina la opulencia, con vehículos, muebles y construcciones costosísimas. Bueno, hasta zoológicos han encontrado, lo que da muestra del poder, del dinero y de la influencia de que gozan esos personajes. ¿Cómo le han hecho para amasar esas fortunas o para tener esas propiedades? Sólo a través de la corrupción, porque con puros salarios, no puede ser cierta tanta belleza. Con decirles que ni siquiera alguna asociación de charros, por más distinguida o poderosa que sea, no puede tener una caballeriza o equinos pura sangre como los tienen cientos personajes. Aquí, la desigualdad es amplia.
Por lo pronto, en Chiapas el actual gobernador, Juan Sabines Guerrero, da muestras de querer enderezar la nave. Ha echado a andar programas para vencer esos males, para favorecer a los que menos tienen, para romper con las desigualdades. Pero resulta que también quiere demostrar que no tolerará impunidades, y que enfrentará hasta el mejor pintado con tal de demostrarle a la sociedad que aquí, “quien la hace, la paga”. Pero esto es solamente el principio de un largo proceso, porque falta llegar más arriba, a lo más grueso. Allí es donde habrá de verse que tantas agallas hay de qué lado “mashca” la iguana, como dicen los amigos mazatecos.
Porque si desean sanar los males que pesan sobre la sociedad, es menester sostener una lucha abierta contra todo lo malo. Es decir, como dijo el obispo auxiliar de “coletolandia”, las palabras o promesas de los gobernantes deben ir respaldadas con hechos. Sólo así se podrán vencer tantos males y las diferencias abismales entre unos y otros.
(rosalino_ortiz@costachiapas.com)
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