MÉXICO.- Entre obras y vendedores ambulantes, más de 3 millones de fieles se dieron cita este domingo en la explanada de la Basílica de Guadalupe para conmemorar el 480 aniversario de las apariciones de la “Morenita del Tepeyac”.
La delegación Gustavo A. Madero informó que de acuerdo con los reportes de la Base Madero durante el medio día, en el Atrio de la Basílica, se contabilizaron más de 100 mil personas, mientras que en el exterior se ubicaron 580 mil visitantes.
De acuerdo con información de la Secretaría de Protección Civil del Distrito Federal hasta el cierre de esta edición se tuvo saldo blanco.
El titular de la delegación Gustavo A. Madero, Víctor Hugo Lobo, recordó que desde el pasado viernes se activó el Operativo Villa Mariana, en el que participaron 16 mil elementos, quienes vigilaron la llegada de los casi 7 millones de peregrinos que arribaron desde el 9 de diciembre.
Los visitantes ingresaron a la Villa a través de la rampa de acceso ubicada sobre Calzada de Guadalupe, la cual fue concluida el viernes pasado.
Sin embargo, tuvieron que sortear las obras que aún continúan en los alrededores, así como a los comerciantes ambulantes ubicados en las calles Garrido, Cuauhtémoc, Misterios y Montevideo.
“Es más fuerte la fe que el cansancio”
Después de cuatro días de camino, cansancio y algunas ámpulas en los pies, acumuladas en su andar desde el estado de Puebla, Salvador llegó con “la virgencita”. El jueves en punto de la una de la tarde salió junto con cuatro amigos rumbo al cerro del Tepeyac. Camino que desde hace cuatro años recorre por “pura devoción”.
Un par de calcetines, lámparas y una cobija guardados en una mochila, fueron suficientes para aguantar el frío de las noches y el calor del medio día. A cuestas también llevó un cuadro con la imagen de la Virgen de Guadalupe; aunque es de su mamá, desde hace tres años acompaña su peregrinar.
La primer parada fue en San Martín. Luego de cenar tacos y café que les obsequiaron, durmieron en la calle: “nos sacaron unos cartoncitos para que durmiéramos mejor”.
En Río Frío descansaron la segunda noche. Se lavaron los pies con agua caliente y sal para desinflamarlos un poco. Un remolque en donde les dieron permiso para dormir los cubrió del frío.
Dice que ha escuchado que algunos peregrinos se accidentan o los asaltan. Él sólo pasó un susto: “En la mañana nos encontramos a un señor que venía borracho.
Venía corre y corre, me alcanza y pues primero me espantó y me dice: ‘no nada más déjame persignarme con tu virgencita’”.
Con unos chilaquiles y café inició su recorrido el domingo. A unas horas de llegar a la Basílica el cansancio se hace más intenso, aunque la fe y la devoción son más fuertes. “Le dije a la virgencita que mientras pudiera, yo voy a venir. Por devoción nada más.
Llegar para ver si así se nos quitan un poco los pecados, no tan fuertes porque no vengo muy cansado. Según dicen que el cansamiento (sic) es según los pecados”.
Los siete grados centígrados que registró el termómetro en la ciudad por la mañana no los sintió. Un suéter rojo, zarape azul con beige, gorro y sombrero de palma, lo cubrieron del frío. A lo lejos alcanza a ver la Basílica.
El número de peregrinos aumenta. Una señora ofrece un baño de agua caliente por 50 pesos, mientras que algunos ambulantes se acercan para vender tres rosarios por 10 pesos.
Con 24 años de edad y dedicado a la albañilería dice que a veces lleva como recuerdo unos escapularios o imágenes de la Virgen. Los 300 pesos que llevaba en los bolsillos los gastó en comida y el camión de regreso.
“Sí se gasta, por ejemplo no traíamos calcetines y compramos unos. En Río Frío como ahí casi no dan de comer hay que comprarse lo suyo; hay que comprarse también platillas para los zapatos”, explica.
Afuera de la Basílica le sorprenden las obras. “El año pasado no estaba así” recuerda. Sus pasos firmes y rápidos lo hicieron llegar minutos antes del mediodía al atrio.
Luego de entrar por calzada de Guadalupe suspira y se detiene a observar a las decenas de personas que intentan entrar al templo Mariano. Entonces prefiere esperar y tomar un descanso. Cuatro días de camino y ámpulas a cambio de unos segundos frente a la Virgen del Tepeyac
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