José de la O Bamaca/Poderes
Visitas a los panteones, altares con frutas y comidas, pan de muerto, dulce de calabaza, tamales, calaveritas de azúcar y chocolate, en fin todas las comidas posibles para festejar o recordar a los difuntos. Aunado a los panes y comidas están algunos ritos y ceremonias donde se rinde culto a los muertos y se evocan a espíritus que tienen que ver con otras dimensiones, más allá de lo terrenal, digamos. Todo esto es Día de los Muertos.
La celebración del Día de los Muertos es un festejo “elevado a fiesta nacional”, se suspenden clases y se suspenden labores, en algunos lugares del país se viven estos días con mayor euforia y tradición, por ejemplo en Pátzcuaro y Janitzio, Michoacán y Mixqui, en la delegación de Tlahuac, del D. F. y casi de manera general en la mayoría de los estados y los municipios de México. En los panteones y establecimientos comerciales se adorna con motivos mortuarios y se escucha toda clase de música para darle el toque festivo. Hasta aquí parece que todo es cultura y costumbre aceptable y bueno entonces hay que sumarse a la fiesta y que ¡viva la tradición! Los muertos resucitan en el recuerdo. Así los festejos del 1 y 2 de noviembre en nuestro país, la muerte es alegre y jocosa.
Sin embargo, aparece la inconformidad y la objeción ante este festejo por parte de los grupos religiosos que no comparten la tradición, por atentar, dicen, a sus valores y enseñanzas religiosas. Grupos religiosos que cada vez crecen en mayor número de feligreses y adherentes. Y bueno este es también el México real, que se caracteriza por su diversidad religiosa y el arribo constante de nuevas creencias e ideologías que no necesariamente tienen que compartir la creencia y tradición, por los motivos que ellos expresen.
Y decimos que esto levanta ámpula porque en la mayoría de las escuelas desde el preescolar, la primaria, secundaria y prepas y demás colegios muchos maestros y sus directores exigen a sus alumnos cooperar para los altares a los muertos, argumentando cultura y tradición mexicana sin reconocer la fe y tradición religiosa de los escolares que pertenecen a otros credos que no comparten esta práctica por considerarla contraria a la fe que profesan. Lo mismo pasa cuando en algunas comunidades, principalmente indígenas, se exige cooperación a todos, para estos festejos, sin entender si se está o no de acuerdo.
La realidad del México actual es su diversidad política, cultural, y religiosa; una diversidad que exige tolerancia y respeto a ese mosaico social que es parte de la composición poblacional mexicana. Somos una sociedad diversa que aspira a ser una sociedad plural, que es una sociedad abierta donde el disenso se permite no solo por derecho constitucional sino también por comprensión a lo que no es igual que yo, por tolerar con gusto y respeto a lo distinto, al otro que no siempre piensa igual que yo, pero que se merece el mismo respeto.
Esto tiene que ver con lo que sociológicamente podríamos llamar el reconocimiento de valores colectivos y valores individuales, la lucha eterna de las libertades de los individuos o de las minorías contra la cultura o la costumbre aplastante de lo que en nombre de lo mayoritario se quiere imponer a ultranza a todo el pueblo, sin importar si atenta a la fe o a la propia conciencia. Esto no es simple si apela a la conciencia, que sería lo más íntimo y sagrado del ser humano, su derecho más básico. Que es el derecho de todo individuo a creer o no creer, punto. El respeto, pues, a lo diferente, el respeto a disentir. Que el que festeja respete al que no festeja y a la inversa. Que viva la tradición, pero que viva también el derecho de cada, quien. Que viva lo comunal y que viva lo individual, sin linchamientos de ninguna clase, con la tolerancia debida que permite la sana convivencia familiar, comunitaria y nacional.
Nuestra cultura es amplia y rica, por lo tanto no es homogénea y admite la coexistencia y convivencia de todos los mundos posibles, nuestra cultura es abierta y multiforme y goza de una bella policromía, esa es la realidad de toda la nación. La diversidad es riqueza no desgracia. ¿Exige educación? Sí. Requiere también de madurez, por supuesto.
1 comentario:
Buen articulo, felicidaes al autor ya que como estan las cosas en nustro pais es necesario hablar de la diversidad que nos caracteriza para comprender que la intolerancia genera violencia, alimentemos la igualdad y nuestro pais sera otro, feliciades a la revista
Publicar un comentario