miércoles, 30 de abril de 2008

¿Qué se le festeja al niño?

Livia Díaz A cada momento me voy enterando que hasta en los lugares más alejados y modestos, preparan festejarle el día al “Niño”, y a la niña, por ende. Pero no me queda claro qué le festejaremos al niño y la niña. Mientras con motivo de la misma fecha, ya estamos pensando en la situación que prevalece en torno a ellos, recuerdo a Susanita, la de Mafalda compartiendo con un infeliz un trozo del cordel de su presumido y bello, globo de gas. Por un día, se quiere además meter en el imaginario del menor los conceptos antibélicos con el intercambio de juguetes, mientras que en la jerga futbolística tenemos todos los que denotan violencia. Citando al pacifista Ernesto Kahan, en la cancha, una patada es un cañonazo. Mientras que las noticias día a día nos van mostrando la situación de al menos, 4 millones de niños trabajadores, el futuro es el mismo de su destino, y cada vez por lo mismo, las campañas publicitarias de productos, para el que tiene poder adquisitivo, se centran más en esos menores de edad. En alguna época, y para la generación equis, la ocupación principal era involucrar al niño y la niña en actividades propias de su edad, pero poco a poco, las obligaciones de los adultos apartan de esto a los críos, además de que se planean muchas cosas pensando en un desarrollo de una sociedad a un modelo que no tiene nada que ver con el desarrollo local ni su cultura. La planeación para las mayorías, deja rezagadas a las minorías, y de sus propias necesidades, no están muy conscientes esos grupos como para incentivarlas y fomentar su perpetuidad. A propósito del niño y su desarrollo, del festejo y del mundo como se los estamos dejando a estos futuros adultos, basta echar un vistazo a la calle, en donde por lo menos dos veces al día los encontramos vendiendo cosas, limpiando parabrisas, o involucrados en hechos violentos que les afectan. La mayoría presas de nuestra creatividad, o falta de creatividad, van copiando los modelos establecidos. Puede verse cómo participan en actividades esperando la gratificación, el regalo o el compromiso. Pareciera que entre uno y otro nivel conviviéramos en varios México distintos. Los que tienen acceso a la tecnología, esforzándose por acceder a ella con una perspectiva de mundo, que sea congruente con la comunicación global; y los que no, agrupándose en pequeños guetos adonde entender lo mismo, pero dentro de sus limitaciones. Al festejar al niño y a la niña, salen a la luz situaciones, pero también promesas, y discursos que fomentan el cómo llegar y alcanzar las metas, y una especie de guía no plasmada por dónde conseguir y acceder a sus aspiraciones. En tanto, basta ver las estadísticas y mañana hacer como si no pasara nada, sin un registro de lo que se va dejando. Basta sentarse a escucharlos a ellos para que nos digan e indiquen, con la voz rotunda del que tiene la inocencia plena, cómo hacer bien las cosas, en cambio, sabedores de que esto es dificilísimo debido a múltiples factores, las esquivamos porque no somos magos. Poco nos percatamos que al pasar la niñez y darnos cuenta de que es muy difícil cambiar al mundo, nos pusimos a cambiar a los demás, y llegado cierto límite, nos derrotamos porque no pudimos cambiarnos ni a nosotros mismos. lapoesianosevende@gmail.com

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