lunes, 25 de febrero de 2008
En bicicleta, migrante mexicano recorre toda Latinoamérica
Sólo con 200 dólares, equipado con lo necesario para un viaje largo y a bordo de su bicicleta, un mexicano ha decido recorrer Latinoamérica desde Estados Unidos hacia Argentina que durará de 15 a 20 meses.
La finalidad de la odisea, aunque parece descabellada para algunos que han conocido la historia, es buscar que la gente apoye con dinero y conozcan a la fundación Jesús Guadalupe que da becas a jóvenes migrantes que no tienen posibilidades económicas de cursar la universidad en la unión americana.
Uno de los beneficiados en su momento fue Isaí Madriz Villanueva, originario de Guadalajara, quien a sus 26 años de edad cuenta que pudo graduarse en mayo del 2007 con el apoyo de la fundación en las carreras de Zoología y Biología Marina en la Universidad Estatal de Humbolt, ubicada a 500 kilómetros, al norte de San Francisco, California.
En su paso por Puebla, tras haber recorrido apenas unos 4 mil 600 kilómetros de los 36 mil kilómetros totales que representa toda la aventura ciclista, decidió detener su viaje en la autopista Puebla-Orizaba, a la altura del Estadio Cuauhtémoc, para narrarnos la experiencia de su viaje.
“Salí de Chicago el pasado 11 de septiembre del 2007, aunque tenía planeado emprenderlo desde junio, dos meses después de haber concluido mis estudios, sin embargo ya no pude hacerlo en esa fecha debido a que las personas que me iban a patrocinar me decidieron cancelar el apoyo dos semanas antes”, relató Isaí, mientras nos atajábamos del sol, en la taquilla de la puerta siete del estadio que da hacia la autopista con sentido a Veracruz.
Explicó -convencido de la hazaña- que al partir de la comunidad de La Aurora, en Chicago para buscar llegar hasta “Tierra del Fuego” en Argentina, en mayo 2008, antes de que llegue el invierno, espera que las personas que encuentre en su camino entiendan el mensaje de su viaje y apoyen a los jóvenes migrantes ilegales que tuvieron, al igual que él, que dejar su país para buscar un mejor porvenir, no sólo de encontrar un trabajo sino también la posibilidad de asistir a la universidad.
Migrantes sin oportunidades
Llegó a Estados Unidos hace diez años con su familia, es él segundo hijo de cuatro hermanos. “Mi papa es vendedor, mi mamá es estilista, mi hermano mayor tiene 29 años y estudio Sistemas Computacionales en México, de mí sigue mi hermana de 25 años que es cosmetóloga y la pequeña estudia el High school –preparatoria-“, recordó.
Señaló que desde hace años quería emprender un viaje alrededor del mundo a bordo de su bicicleta, sin embargo en una visita que hizo a Chicago para ver a sus amigos de la preparatoria en donde curso su último año estudios, encontró que muchos de sus excompañeros no fueron a la universidad, a consecuencia de que no tenían dinero para costear la carrera.
Motivado por las circunstancias, luego de ver cómo muchos jóvenes migrantes tienen truncados los sueños de estudiar una carrera, al no tener regularizada su situación legal en el país vecino del norte, aunado a que no hubo alguien que ofreciera apoyarlos a diferencia de él, tomó el compromiso al termino de sus estudios profesionales de buscar ayudar a la fundación Jesús Guadalupe que dirige el mexicano Roberto Ramírez, localizada en Saint Charles, Illinois.
Madriz Villanueva dijo que la fundación existe desde 1997, la cual a la fecha ha otorgado becas a 400 jóvenes que son indocumentados, labor que ha sido de las pocas instituciones que hace pública su fin sin miedo a las presiones del gobierno estadounidense; sin embargo, en el 2007 sólo pudo financiar la escuela a seis estudiantes, por la falta de recursos económicos. “Es triste ver tanto potencial desperdiciado de los latinos en aquél país donde somos vistos como desprecio”, manifestó.
Aunque para la familia no fue nada fácil aceptar la decisión de su hijo de llevar a cabo la misión en pro de la fundación, ya que haría la travesía solo, además de los peligros que encontraría a su paso y principalmente no estaría en casa por más de un año, tuvieron que darle el apoyo, al igual que su novia Danielle Palmer, a quien conoció en la universidad y quien a su vez partió al continente de África con los cuerpos de Paz, como voluntaria por dos años, cuya foto lleva pegada en la bicicleta y espera volver a ver pronto, cuando ambos terminen con sus misiones.
Sin desistir de la idea, Isaí preparó su bicicleta de carreras, por cierto ya vieja, con lo necesario en provisiones -alimentos enlatados, fruta deshidratada, un ánfora grande para llenarla de agua- que alcanzaran para cruzar la frontera hacia México, además de su bolsa de dormir, tienda de campaña, herramienta, un mapa y dos mudas de ropa. Equipo que pesaba unos 50 kilogramos en total y distribuía en su único medio de transporte.
La ruta de la Esperanza
El viaje contempla atravesar todo el territorio mexicano, tocar toda Centroamérica para luego dirigirse a Colombia y continuar por el pacifico, Ecuador, Bolivia, Perú y hasta Chile y Argentina, en donde está “Tierra de Fuego”.
Los poco más de cuatro meses que lleva sobre ruedas, los ha pasado en contacto con las autoridades consulares de cada país. Hasta ahora no ha tenido que lamentar nada peligroso, pero sí ha tenido accidentes como la fractura de un brazo y de un dedo del pie. “Son riesgos que valen la pena”. contó.
Comentó que pedalea cien kilómetros diarios, es decir, unas ocho horas en promedio. Sólo maneja de día y cuando oscurece, busca un lugar alejado de la gente para sentirse seguro y poder pernoctar.
Sin dinero ni apoyo de nadie
Después de cruzar la frontera con México, proveniente de Chicago, logró llegar a Guadalajara el 21 de octubre del 2007, por ciento dos días después de su cumpleaños, festejo que paso en la inspección de ganado en una caseta sanitaria en San Luis Potosí, en donde un vendedor de la carretera le regalo una bola de queso.
“En mi camino me he encontrado gente muy buena, a quienes platico el movimiento que estoy llevando a cabo, cuyas personas terminan por creer en lo que hago y me ofrecen alojamiento y comida, pero sólo en tres ocasiones he dormido en una casa, los demás días duermo en mi casa de campaña”, recordó.
Indicó que al llegar a la entidad jalisciense, en donde tiene familia y que no veía desde hace diez años, cuando se fue con sus padres y hermanos a Estados Unidos, todos sus parientes se acercaron a él para darle el apoyo, a quien trataron de contactar con los medios de comunicación locales para que lo ayudaran a hacer pública la misión que lleva a nombre de la fundación Jesús Guadalupe.
Estuvo siete semanas en La Perla Tapatía, aunque sus planes eran sólo permanecer dos semanas, mientras buscaba patrocinadores, a la par de ser voluntario en un centro de acopio para recolectar víveres en beneficio de los afectados por las inundaciones en Tabasco. “Fue frustrante buscar el apoyo, ya que nadie me creyó, a pesar de que daba datos como teléfono, dirección de la fundación, incluso del mismo Consulado de México en Chicago que me dio una carta de apoyo de libre tránsito en territorio nacional y los demás países por donde voy a pasar”, comentó con nostalgia.
Después de permanecer casi mes y medio en la tierra donde vivió hasta los diez años, salió con rumbo a la ciudad de México en donde vive una prima hermana de su mamá. Llegó a la gran capital con nada más 15 dólares, es decir, uno 150 pesos, dinero que sobro debido a que algunos le daban comida en su ruta.
El plan de Isaí era permanecer de tres días a una semana, sin embargo estuvo casi cuatro semanas y media, igual buscando patrocinios y dando a conocer a la fundación, pero la respuesta fue la misma que en otras ocasiones.
Al sur acompañado
Antes de entrar a la capital, paso por Cuautitlán Izcalli, Estado de México, en donde se le poncho una de las llantas de su bicicleta, justo frente a un taller mecánico, lugar en que conoció a David López Rodríguez, persona que ofreció en ese instante ayudarlo a reparar la rueda, a quien a su vez le contó que tenía la misión de llegar a Sudamérica para dar a conocer su movimiento y buscar el financiamiento de la fundación.
“Cuando escuche su historia y todo lo que había recorrido en su bici, me entusiasmo y le ofrecí acompañarlo hasta Chetumal. Hace tiempo que no práctico el ciclismo, pero era un sueño que también quería realizar desde jovén, cuya oportunidad no quería dejar pasar. Mis padres y mi esposa se opusieron, incluso mi jefe en donde trabajo dijo que yo era un irresponsable si abandonaba el trabajo”, relató López Rodríguez, quien es padre de tres niños con edades de catorce, doce y diez años.
Comentó que convencido de la aventura que iba a emprender al lado de Isaí, decidió pedir permiso a su jefe, no sin antes dejar resueltos todos los pendientes, cuya esposa quedó al frente del negocio donde ambos laboran.
Mientras preparaban la continuación del viaje, Isaí junto con su tía se dedicaron a vender pulseras grabadas con su nombre, con un costo de cinco pesos, de cuya venta obtuvieron menos de dos mil pesos para seguir la ruta hacia el sur.
El pasado lunes, ambos ciclista salieron de Chalco, quienes en la tarde de aquél día llegaron a las tres de la tarde a Puebla, ahora ya escoltados por un vehículo en donde viajaban dos hermanos de David y la tía de Isaí, mujer que decidió seguirlo hasta la Angelópolis para después regresar a México.
Señaló que el pasado 21 de febrero, cumplió 163 días desde que salió de Chicago, tiempo en que nunca ha perdido comunicación con sus padres y hermanos, a quienes diario informa por dónde va, además quisiera ver por un instante.
“Los contratiempos que he tenido harán que mi viaje se alargue dos meses más para lograr mi meta, la cual pensaba terminar en abril, pero llegare hasta mayo cuando el invierno impera en el cono sur. No piensa dar marcha atrás en mi viaje, ya supere muchas adversidades y todavía me faltan más, ni el frío ni calor, incluso la falta de dinero no me detendrá, así como yo pude estudiar, espero conseguir fondos para que otros jóvenes estudien”.
Después de conseguir su objetivo, Isaí dijo que le gustaría continuar sus estudios, pero en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde quiere hacer la maestría y el doctorado en conservación animal, para luego buscar trabajo en el sur del país o en otros punto de América Latina, ya que ofrecen en sus zonas tropicales todas las especies de animales y plantas que desea estudiar para buscar propiedades medicinales a algunas enfermedades.
Para los interesados que desean apoyar la causa de ciclista migrante mexicano y conocer a la fundación que promociona pueden visitar el portal de internet www.jesusguadalupefund.org o contactar a su presidente vía correo electrónico en rramirez@upg-usa.com o bien escribir a The Jesus Guadalupe Foundation, 902 S. Randall Road, suite C-322, St. Charles, Illinois 60174.
Asimismo, la gente que deseé apoyarlo con dinero, ya que necesita 50 mil pesos para llegar a Tierra del Sol en Argentina, tiene una cuenta en Bancomer con el número 1234685074.
(Miguel Hernández González)
Infografía
Objetivo de la misión: Buscar fondos para becas de migrantes ilegales
Equipo de viaje: bicicleta, casa de campaña, dos mudas de ropa, 200 dólares
Salida de Chicago: 11 septiembre del 2007
Fecha para llegar a Argentina: mayo del 2009
Kilómetros totales del viaje: 36 mil
Kilómetros recorridos hasta Puebla: 4 mil 600
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