sábado, 6 de junio de 2009
COCINA AFRODISIACA
No sufras, búscate un amante
A todos mis compañeros de prensa que mañana estarán de fiesta.
Todos los días en la calle, aunque no acostumbro a salir de casa más que a compromisos, me encuentro con lectores y viejos amigos que se acercan para darme su cuenta de correos y recibir lo que escribo. Este gesto me da mucho gusto porque no solo me entero que me lee, sino que con toda confianza me aprueba y me reprueba muchos escritos, pero a pesar de eso, desea que yo llegue silenciosamente hasta su “bandeja” y leerme, reenviarlo a sus amigos y porque no, eso me hincha el ego de gusto.
Este es el mejor premio que la vida te puede dar, como lo dice Alberto González (Sin Límites), por aquellos que se dejan engañar por un premio patito o presumen uno que recibieron porque no había quién fuera por el o quien lo recibiera, algo parecido a un premio de consolación, premio a la fuerza o premio al silencio, solo él que lo recibe lo sabe, pero no hay que presumirlo, porque eso demuestra ignorancia.
Tengo una lectora que lleva 15 años casada con un hombre que casi le dobla la edad, ahora que tiene 33 años y la vida le esta exigiendo libertad, goce y otros placeres que dejó por una vida mejor, ella desea divorciarse porque el esposo tiene dos o tres amantes, aunque con ella no copula desde hace dos. En realidad es un caso difícil para mí porque no suelo estar de parte del divorcio, sino de la familia, así que he decidido aconsejarla como cualquier padre de familia lo haría con su hija, quien antes de casarse no tenía carro, tampoco comía comida caliente 3 veces al día y mucho menos dormía en una buena cama.
Esta historia no es un invento de mi imaginación, sino que, en el arrebato por cerrar está página, muchas mujeres y hombres que se solidarizaron con este irreverente, me dijeron que me contarían sus historias para que yo las tomara de ejemplo, claro que como todavía tengo lectores y lectoras que se buscan entre mis líneas, no descarto que más de 100 mujeres y dos hombres les quede lo de hoy como hecho a la medida, pero me disculpo por la semejanza o parecido, porque el original de la historia la tengo en mis manos, por cualquier reclamo.
Sí, ésta lectora se casó ilusionada como todas, a pesar de que sus amigas le decían que el hombre era viejo, que en poco tiempo éste ya no “le daría”, que en vez de padre de sus hijos éste actuaría como abuelo, que se aburriría, que iba a sufrir mucho, que lo pensara dos veces, que le iba a ir peor que a los enanos de un circo, que era joven, bonita, que esperara, ya llegaría el príncipe que le duraría muchos años, porque el que estaba eligiendo era muy viejo y hasta promiscuo, un hombre cansado de tantas tropelías de su larga juventud.
Pero ya ve usted que el amor cuando entra nos ciega y no existe poder humano que nos saque la venda de los ojos y, como todos tenemos derecho a vivir nuestras propias experiencias, mi lectora decidió casarse con aquel hombre que pasaba de los cuarenta cuando ella apenas tenía veintitrés.
Al principio todo era bello, dulce, es más, el esposo hasta la llevaba cada quince días al antro en donde se encontraba con sus compañeras de estudio que iban también acompañadas de sus esposos, pero jóvenes, pero poco a poco el esposo fue evitando las invitaciones de sus amigas porque según él, los esposos (hombres ricos) de las compañeras de su esposa, hablaban puras estupideces y él, un hombre culto y de extraordinaria preparación, se aburría hablando con chamacos de veinticinco que deseaban presumirle.
Así que para acabar con todo el esposo la embarazó una y otra vez hasta que consiguió que la mujer le diera cuatro hijos, como él lo había planeado solo que, en el largo encanto por poseer a cuanta mujer se le cruzaba en el camino, a cuanta esposa ajena se le apetecía y el delicioso sabor de la larga juventud e hijo de familia, que al final la esposa casi se le muere por parir 4 hijos seguidos como el chorizo, uno tras del otro.
Así que a la esposa no le quedó otra más que dedicarse en cuerpo y alma a cuidar a cuatro niños que más de tres veces estuvo a punto de ahogar en un tanque de agua porque la sacaban de sus cabales, y como su esposo era el clásico machote por excelencia no podía ayudarla más que de vez en cuando a apapachar a algún niño llorón, la vida se le complicaba atareada con los oficios de una casa y el cuidado de 4 hijos.
El esposo aprovechó para seguir con su vida de soltero y descubrir que se había casado con una chamaca a quien calificaba de “pendeja”, porque según él era inexperta y poco o nada sabía de la educación y manejo de una casa. Claro que sus amigos y su familia le daban la razón al hombre que seguía saltando bardas y deshonrando hogares, buscando esposas desesperadas, como la suya, para que éste ingresara con su carita de buena gente y le diera consuelo.
La vida es una ruleta, así que todo lo que haces a favor o en contra, sobre todo de tu esposa o una mujer, la vida te lo devuelve, te lo cobra o te lo reembolsa, pues él nunca pensó que, así como se encontraba a muchas mujeres en la calle pidiendo auxilio o a través de chismes en donde se enteraba que a fulana de tal el esposo no la trataba bien para hacerse presente, su esposa en breve comenzaría una campaña en contra de él que lo dejaría con la honra expuesta ante toda la sociedad…
La esposa además de vivir con un viejo y un marido que la minimizaba por su escasa cultura y preparación, éste no tenía deseos de estar con ella, así que mi lectora sin darse cuenta y como rebeldía en contra de ella misma, se puso a comer, soltó el cuerpo y empezó a engordar. Era obvio, una esposa cuando se deja engordar es porque no tiene ninguna ilusión en la vida, no le interesa nada y sobre todo, exhibe que desea estar así porque no le importa ni su esposo, al contrario, desea verse gorda para que éste no la voltee ni a ver, porque aquella que aparece al contrario, es porque tiene un marido que ésta pendiente de ella.
Esta lectora me enseñó a través de su imagen que, cuando una mujer se deja, engorda y no se arregla, es porque el hombre que vive a su lado la sostiene infeliz. Tal vez existan casos distintos y que no tenga nada qué ver con lo escrito, pero es la esposa la primera en saber cómo le gustan a su marido las mujeres, que tienen todo en su lugar y sobre todo apretadito, así que aquella que hace lo contrario es porque desea ventanear, exhibir y publicar que el esposo fanfarrón que vemos en la calle es un engañifas.
En fin, esta lectora desea después de quince años divorciarse del marido por que no está de acuerdo en seguirlo soportando, y menos todavía sabiendo que el parido se expresa de ella como una burra, una pendeja y una imbécil. Dice en su texto estar harta de él, ya no lo tolera ni como abuelo de sus hijos, así que como el tema no podía responderlo igual decidí darle una cita.
Le dije que se aguantara, que el esposo en menos de diez años sería un gargajo, además, le sugerí que no era prudente que se divorciara ahora porque perdería muchas cosas que nunca hubiera tenido sino se hubiera casado con ese viejo. Traté de convencerla que, si el marido ganaba mensualmente cuarenta mil pesos, a ella le daría diez para mantener a sus hijos, la dejaría viviendo en una casa rentada y se iría a brazos de otra, en donde ésta aprovecharía lo que ella estaba pateando.
Asombrada me dijo –Me extraña que tú me des este consejo- -Ya habrán tiempos mejores, le contesté, le sugerí que bajara de peso y se buscara un amante discreto, de preferencia casado o sí conocía algún sacerdote, era lo mejor. La señora estaba espantada pero le dije, -este consejo también se lo daría una madre o un padre a una hija, porque ellos saben más de la vida y de cuánto cuesta la chuleta diaria-
Sí ya toleraste 15 años a tu esposo, espérate, no le falta mucho para que se le acabe el aliento y entonces se verá obligado a ponerse en tus manos y entonces, tú vas a hacer con él lo que se merezca, pero no seas infeliz, la vida es corta y no te sientas mal por buscarte un amante, solo vas a hacer lo mismo que hace tu marido, con la única diferencia de que tú serás discreta y sabrás disfrutar. Así estarás equilibrada pero tu esposo empezará a morir por el remordimiento de no saber qué tienes, porqué andas feliz o. quién te hace feliz.
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