martes, 28 de abril de 2009

COCINA AFRODISIACA

"Intimidades de una buena amante" A Victoria Velez en ocasión de su cumpleaños En una universidad privada, tres catedráticos se acaban de separar de sus esposas porque han iniciado un romance con alumnas y universitarias supuestamente frescas en el ambiente sexual. Cosa curiosa, porque eso no sucedía en otros tiempos, en donde al menos se disimulaba o se hacía todo con discreción, para no lastimar la moral de la escuela y de la sociedad, pero los tiempos así como la moral cambian, nos guste o no. La historia poco habla de la vida íntima y personal de muchos personajes de la historia de México, por ejemplo, solo se dice que Porfirio Díaz duro más treinta años en el poder y que Benito Juárez era un hombre inteligente; ambos son nativos del estado de Oaxaca, el primero de cuna humilde y el segundo apenas y tenía posibilidades de sobrevivir a falta de lo indispensable… Porfirio Díaz fue huérfano de padre y su madre lo inscribió al seminario en su natal Oaxaca para que estudiara, ya que desde entonces era el único sitio en donde un niño podía tener, techo, comida, estudio y ropa segura, en cambio Juárez, se esforzó en su natal Guelatao por aprender las primeras letras mientras cuidaba sus borreguitos y se perdía en el monte. Al crecer, uno se convierte en un joven revolucionario que estudió en el Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca, intentó ser abogado pero no terminó, en cambio Benito, se convirtió en un brillante abogado mientras que Díaz, recibía criticas de ser un muchacho ignorante, cosa falsa, ya que adquirió en los años que estuvo como seminarista una preparación que lo convirtió en un excelente amante con fina lengua de oro, contraria a Benito, quien era un hombre aburrido. Los dos por cierto pertenecían a la Logia Masónica, Porfirio era fiel a sus principios y Juárez, brillaba por ser un tipo introvertido mientras que Díaz, era aclamado por el mujeraje por su capacidad como militar y amante, convirtiéndose en un reconocido “soldado de la patria”; tipo de convicciones y de una inquebrantable fuerza de voluntad y templanza. La vida sentimental de Porfirio solo tiene un detallito que casi nadie comenta. Hombre apasionado en 1867 desposó a su sobrina Delfina Ortega Díaz, hija de su hermana Manuela, con quien tuvo dos hijos, una niña que murió y un niño que llevó su nombre, aunque lo que sí se sostiene ya sin velos es su gran amor con Juana Catalina Romero, aquella mujer istmeña que lo protegió de sus enemigos resguardándolo debajo de sus enaguas… en medio de un platanar. Hombre agradecido, Díaz siendo presidente le daba especial consideración a Juana Catalina, mujer próspera y brillante comerciante a quien regaló una mansión en el corazón de Tehuantepec y todavía, para demostrar que estaba “enculado de ella”, ordenó para que el ferrocarril pasara frente a su casa. La historia tiene registrada que, gracias a Juan Catalina Romero, vinieron a México los primeros Maristas, petición que le cumplió su “amor”, el presidente de la república. Debe ser bonito ser la amante de un presidente, aunque la sociedad se enoje y se ponga a tambalear el equilibrio de un hogar, ese papel que muchas sueñan tener Juana C. Romero, lo logró sin saber leer ni escribir, confiada, supongo, en sus habilidades femeninas, sus encantos y ese sex appeal natural de las mujeres del Istmo. Juana C. Romero consiguió lo que pocas amantes consiguen cuando tienen la oportunidad de tener sobre el lecho desnudo a un presidente, que incluso puede ser de cualquier asociación, ya sea fruticultores, periodistas, ganaderos, cañeros, plataneros, lecheros etc… como comúnmente se da en nuestra sociedad. Juan Catalina tiene un espacio pequeño en la historia que nadie ha querido rescatar porque nuestra sociedad moralista todavía lo condena, a pesar de que todo el mundo está enterado del obispo que acepta más de 9 hijos procreados detrás del púlpito y de otros que tienen relaciones con sus cocineras. Juana C. Romero no se cobró el favor de haber protegido a Porfirio Díaz debajo de sus enaguas, sino que éste se debe haber quedado prendado de sus humores, sudores y olores que, combinado con el miedo, le sirvió para recordar que, gracias a ese escondite él llegó hasta el lugar en que se encontraba. Y Juana Catalina cuando se enteró que ya estaba convertido en presidente de la república no viajó como lo hubiera hecho una zorra de nuestros tiempos, que hubiera corrido a pedirle chamba para su hermanito y una chequera para ella, sino que llegó a pedirle una escuela para su pueblo y a los primeros Maristas para que cultivaran a sus paisanos, incluyéndola a ella que no sabía leer y escribir (era analfabeta). Quiero suponer que cuando Díaz descubrió la sensibilidad y finura de esta mujer que no pedía para ella sino para sus compatriotas, que le mandó a construir el palacete, una casa que es una replica fiel del Castillo de Chapultepec, la hizo dueña de una finca con diez mil hectáreas y de paso que el ferrocarril llegara hasta Salina Cruz, pero que antes, pasara frente a la mansión de Juana Catalina… quien fundó la escuela que hasta hoy lleva su nombre. Pero Díaz no se podía casar con Juana Cata, pues requería de una mujer a quien pudiera dominar, domar y domesticar, así que en 1881, se casó con Carmelita Romero Rubio, una adolescente de tan solo 17 años con quien vivió 33 años y en brazos de quien murió. Sin embargo y como dicen las verdaderas amantes, el amor de Porfirio Díaz sin dudarlo fue Juana Catalina Romero, la mujer que le dio ese equilibrio que todo hombre busca y que no encuentra en su hogar, por eso sus constantes viajes al Istmo de Tehuantepec, en donde se sabe el ferrocarril presidencial hacía una escala, y mientras el ferrocarril se detenía, los cadetes iban arrojando monedas de plata a los niños que seguían la caravana de vagones elegantes con ventanales cubiertos de terciopelo rojo y galones de oro… “Estamos aquí para amar y ser amados” decía Porfirio Díaz en su diario escrito, quien ingresaba a la mansión para entrevistarse con Juana Cata, quien en el piano de cola le interpretaba La Sandunga mientras el presidente iba perdiendo la voluntad bajo los encantos de una verdadera hembra. Otra mujer en estos tiempos no hubiera, mejor dicho, no ha existido otra que, gracias a sus encantos femeninos, consiga que un presidente pierda su voluntad y fuero en su lecho, porque lo primero que hace es ventanearlo, exhibirlo y amenazarlo que, sino le regala un carro, irá a un medio de comunicación para mostrarlo como un orangután en celo o el mayor ratero del siglo. Se acuerda usted del escándalo de aquella famosa Denise Lorena, quien ventaneó a su esposo y fue la culpable directa de la vida miserable que le tocó vivir a aquel presidente en sus últimos días de gobierno como alcalde, pues ya vive con él como si nada hubiera pasado, él acurrucado en los brazos de una mujer que lo destrozó ante la opinión público y ella como si nada malo hubiera hecho, con la conciencia cauterizada y libre de toda culpa. Juana Catalina, es una mujer que hasta el día de hoy sus descendientes no permiten que la llamen “la amante” de Porfirio Díaz, porque se ofenden, la familia solo dice que eran “amigos”. PARA LOS NIÑOS ESTE 30 DE ABRIL Sí usted tiene niños: este 30 de abril POU TAP ha creado para los niños un PAQUETE INFANTIL, que tiene como regalo un refresco, así como regalos sorpresas a todos los niños. Así que este 30 de Abril Rubén y Lupita de Liy, te esperan en el restaurante POU TAP, comida china en plaza Kristal Para comentarios escríbeme morancarlos.escobar@gmail.com afrodisiacacocina@yahoo.com.mx

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