miércoles, 1 de abril de 2009
COCINA AFRODISIACA
Hijos tiranos, juventud inconsciente
Es cierto, las generaciones de ahora ya no son como las de antaño, cuando simplemente por responderle al padre teníamos como reacción que éste se volteara y nos volara los dientes de una cachetada guajolotera. ¿A qué hora los padres de ahora perdieron el control sobre sus hijos?, nadie lo sabe, lo cierto es que los papás de ahora viven controlados por los hijos o éstos los amenazan con darles una sorpresa. Dicho más simple, actúan como si fuesen unos bandidos teniendo dominados y doblegados a sus padres (la palabra suena fuerte pero no hay otra)
En antaño los padres inscribían a sus hijos en los mejores colegios, aquellos que por suerte eran católicos de verdad, y digo de verdad, porque no son como los de ahora. En ese entonces, los padres tenían la confianza y fe ciega de que las monjas o sacerdotes educaban a sus hijos, y estos tenían el permiso abierto e ilimitado para corregir a los chamacos hasta dejarlos domarlos como animalitos de circo. Todos los que tuvimos la oportunidad de ir a uno de esos colegios egresábamos marcando el paso, como soldaditos de plomo y éramos el orgullo de muchas casas en donde nos presumían por las reglas de urbanidad que “las madres” nos enseñaban.
Ahora, aquellas monjas que antes se vendaban los senos para no despertar antojos en la población masculina y que ahora usan sostenes de media copa con ribete de encaje coronado por fino frivolité y rococó, no le enseñan a los niños que, cuando un varón va en la calle caminando sobre la banqueta acompañando a una dama, ésta debe ir pegada a la pared. Por eso usted ve que muchos niños de buenas familias en la calle cuando van con alguna dama, se comportan como finos pero con modales de rufianes, al fin. Claro que la culpa no es totalmente de esas monjas mercenarias de la educación, sino de usted como padre y alcahuete.
Hace cuarenta años cuando las monjas se dedicaban a educar y a educar la voluntad, como dice el eslogan de una escuela, con la regla en la mano nos instruían que, cuando llegaba una persona al salón, todos debíamos de ponernos de pie y saludar respetuosamente, sin romper filas y mucho menos dar muestras de que éramos unos salvajes, porque quien rompiera filas, se las veía más tarde con un castigo para que aprendiera y no volviera a actuar como animal primitivo.
El respeto a las mujeres y a los adultos, formaba el cincuenta por ciento del reglamento de conducta de la escuela y el resto, era de moral y educación religiosa, pues aquel que no cumpliera asistiendo a misa todos los sábados a las 6 de la mañana a catedral en donde oficiaba el Obispo Arturo Loma Reyes, recibíamos el lunes un reporte en donde exigían a los padres que cumpliéramos porque de no ser así, las monjas nos expulsaban de la escuela por no obedecer con las reglas del colegio y, como ellas decían que “una manzana podrida pudriría a otra”, no había otra opción más que someterse…
No eran colegios militares, sino católicos en donde la cuestión académica estaba por encima de todo, pero sí alguien no cumplía con la doctrina religiosa y tampoco con la conducta, las monjas, que no eran unas mercenarias como las de ahora, simplemente llamaban a los padres y le solicitaban que retirara al niño de la escuela porque éste, no predicaba la religión católica. Claro que para llegar a este grado, es porque antes las monjas ya habían hablado con los padres, argumentándoles que, sí deseaban que sus hijos fueran a un colegio religioso, éstas los evangelizarían, porque de no ser así, había otros colegios en donde la ley de Juárez, se ofrecía para laicos.
Conforme las monjas se fueron poniendo flojitas o guangas y luego uno que otro cura justificó que bebía alcohol con los bachilleres para entenderlos mejor, los padres de familia comenzaron a hacer a un lado sus obligaciones, así que junto con las reglas de conducta los padres fueron perdiendo el control en sus hijos hasta que éstos comenzaron a amenazar que, si no los dejaban ser como ellos quisieran, éstos se iban de la casa.
Hace treinta años sí alguien decía “me voy de la casa, porque acá no me comprenden o no puedo vivir”, el padre no se andaba con medias tintas y aunque la madre se remordiera las uñas acongojada, éste abría la puerta y le contaba hasta tres al chamaco para que se largara, porque el padre sabía que no tardaría ni una hora cuando ya estuviera de regreso, o de plano, el chamaco se iba y éste en la calle valoraba que nada como su casa regresando y pidiendo perdón.
Claro, era la época en que las mamás no dejaban que sus hijas de trece años se vistieran como cortesanas mostrando sus curvas virginales y mucho menos cediendo permisos para que las niñas de esa edad ya tuvieran novio, como ahora sucede. Tal vez por eso hace cuarenta años las jovencitas todavía llegaban al casorio virgen, no había tanta señorita de familia que copulaba con el novio y luego copulaba con el siguiente hasta llegar a lo que hoy tenemos; mujeres y futuras esposas con una experiencia espectacular en el ramo del sexo que, si les va mal, se divorcian.
Así de sencilla y fácil es ahora la vida. Los niños que van a un colegio católico pueden no estar de acuerdo con la religión católica, ya que no se les exige cumplir con la doctrina y mucho menos se les aplica la materia de urbanidad, o sea, esa clase o materia importante en donde al niño se le quita lo salvaje y se le enseña a convivir en sociedad, respetando a la mujer, a los adultos y a los ancianos, a quienes sí se les veía en la calle, uno debía ayudarlos a cruzar o a llegar a sus casas.
Pero esos eran otros tiempos. Por eso ahora los bandidos, asaltantes, tiranos, rufianes, malhechores, rateros y muchachos peligrosos, provienen en muchos casos de buenas familias en donde alguna vez tuvieron la oportunidad de ser educados pero no había papá o mamá estaba muy ocupada, y de paso en la escuela a la monja o al sacerdote, no les importa, porque actualmente un colegio es para hacer dinero, no para formar mejores sociedades ni para enderezar a hijos de extraños y menos, para compartir la palabra de Cristo.
Tal vez usted este rabioso leyendo esto porque le ha caído el saco exactamente a la medida, su ventaja es que no sé cómo se llama usted, así que, sí es líder y le preocupa el mundo en el que vive su hijo, vaya reuniendo a otros padres de familia para que rescaten todavía lo que se puede salvar, pero no se ponga ni en manos de las monjas y menos de los legionarios, que nadie verá mejor que usted por el futuro de sus hijos, pues al final, serás TU quien sufrirá viendo a tu hijo convertido en un bueno para nada o en un imbécil y desgraciado para la sociedad.
Pero el amor es ciego y en medio de esa oscuridad muchos padres entretenidos con sexo fuera del hogar y madres cuidando que sus esposos no les fallen en la cama o que también están entretenidas con algún “amiguito”, se olvidan de los hijos y cuando reaccionan, todo está perdido. No es nada personal, vea a esos niños que chocan a diario el carro de la mamá, regresan a la casa y sin conciencia alguna toman el auto de papá y también lo destruyen porque están seguros que son amados incondicionalmente; todo esto porque luego aparece la mamá en el choque protegiendo al hijo, ocultándolo para que cuando sea grande, sea un bandido detestable por la sociedad, por cierto y tal vez, amiguito de su hijo. Todavía está a tiempo, así que le comparto esto que me envió una lectora para que vea que no ando tan mal:
Conflictiva Generacional...
El médico inglés Ronald Gibson, comenzó una conferencia sobre conflictos generacionales, citando cuatro frases:
1) "Nuestra juventud gusta del lujo y es mal educada, no hace caso a las autoridades y no tiene el menor respeto por los de mayor edad. Nuestros hijos hoy son unos verdaderos tiranos. Ellos no se ponen de pié cuando una persona anciana entra. Responden a sus padres y son simplemente malos"
2) "Ya no tengo ninguna esperanza en el futuro de nuestro país si la juventud de hoy toma el poder, porque esa juventud es insoportable, desenfrenada y simplemente horrible."
3) "Nuestro mundo llegó a su punto crítico. Los hijos ya no escuchan a sus padres. El fin del mundo no puede estar muy lejos."
4) "Esta juventud está malograda hasta el fondo del corazón. Los jóvenes son malhechores y ociosos. Ellos jamás serán como la juventud de antes. La juventud de hoy no será capaz de mantener nuestra cultura."
Después de estas cuatro citas, quedó muy satisfecho con la aprobación que, los asistentes a la conferencia, daban a cada una de las frases dichas. Entonces reveló el origen de las frases mencionadas:
La primera es de SÓCRATES (470-399 a.C.)
La segunda es de HESIODO (720 a.C.)
La tercera es de un sacerdote del año 2000 a.C.
La cuarta estaba escrita en un vaso de arcilla, descubierto en las ruinas de Babilonia, (donde ahora es Bagdad) y con más de 4000 años de existencia.
Termina el conferencista diciendo: "Mejor que nos gobiernen las prostitutas, por que estamos cansados de que nos gobiernen sus hijos" (Anónimo)
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