lunes, 27 de abril de 2009
COCINA AFRODISIACA
¿Quién es tu amiga fiel?
El domingo platicaba con una lectora quien siempre creyó que yo exageraba en mis escritos pero me dejó con la boca abierta cuando habló, sobre todo porque expresó puras verdades que, salidas de su boca, nunca pensé que me fueran a impresionar, ella desde luego no nació en esta ciudad, sino que llegó a vivir a esta tierra por pura necesidad. Y lo primero que le dijeron cuando bajó del avión es –Cuida a tu marido, porque en esta tierra caliente, lo vas a perder-. Y ¿qué cree? Pues casi que lo pierde…
Sí, ésta lectora llegó hace siete años y se impresionó mucho cuando se enteró que en esta sociedad se perdona todo, incluso aquella que tuvo el cinismo de terminar con su matrimonio y enlodar otro al mantener relaciones sexuales con conocido pero esposo ajeno al fin y, hoy goza del cariño entero y es acogida en el seno de la sociedad como un ejemplo a seguir. Claro que ella no está de acuerdo en que, una mujer que haya pecado se le aparte, pero que por lo menos la sociedad muestre un poquito de decencia no dándole un lugar inmerecido, sobre todo porque la muestran como una gran “dama”.
Así que cuando llegó lo primero que hizo fue poner mucho cuidado con quienes iba a mantener una relación amistosa, por lo que junto con su esposo decidieron que no harían vida social, evitarían a toda costa invitaciones y procurarían mantenerse al margen para no estar enterados ni involucrarse en nada que los llevara a cierto tipo de convivencia que, con tres niños en un colegio estudiando, sería imposible.
Así que mi lectora procuró vivir ajena a todo lo que pasaba, sin embargo, no faltaba quien le hiciera un favor y ella negar a volverse grosera negándole la entrada a su casa, sobre todo cuando por alguna razón los niños salían de clases antes y una dama, que no falta la acomedida, le llevaba el suyo a su casa; una acción bendita que la colocaba en la mejor posición, alternar con una mujer intelectual, rica y que estaba casada con un hombre guapo.
Ella nunca creyó que precisamente la mamá de uno de los compañeritos de uno de sus hijos se le acercara para estar cerca de su marido y echar a volar su imaginación para que su esposo y ésta, socializaran, claro que no contaba la señora con que mi lectora no era una mujer como muchas que usted conoce, así que, antes de que pasara algo y cuando vio que la señora le hablaba muy amigablemente a su esposo que, le pidió de favor que guardara su distancia y que de paso, respetara a su esposo, porque ella no estaba de acuerdo en que lo tuteara, como lo hacen muchas “damitas”.
Después de este incidente, cuenta mi lectora que no sabe qué sucedió pero dos días después cuando llegó por los niños al colegio, la mitad de las mamás con quienes se saludaba a diario, le voltearon la cara, otras disimularon no verla y muchas huyeron cuando la vieron llegar. Entendió que la mamá del famoso Pedro Mario, les había ido a contar tal vez que mi lectora se había portado grosera e inventado algún cuento que, en efecto, así fue…
Inventó la señora un poco de cosas falsas poniendo en mal a mi lectora y exagerando, como siempre ocurre; levantando el falso de que mi lectora había dicho que en esta ciudad casi todas las señoras eran ligeras en su trato y muy resbalosas con los hombres ajenos. Y como las señoras son de cerebro pequeño de moral un poco ligera, que todas le creyeron a la grandísima pecadora y se hicieron las enojadas con la mujer sin que ésta supiera qué pasaba y, como tampoco iba a preguntarles qué pasaba que, las referencias así se quedaron, hasta que sucedió un escándalo que atarantó a la sociedad pero que nadie se opuso ante la injusticia cometida.
Esta mujer así como muchas más que andan cometiendo travesuras, se vio en la necesidad de inventar que su hija había sido ultrajada por el velador de un club al que iba, todo, para que el velador no revelara que ella y varios señores más, hacían en el fondo de este club actos que sino eran decentes, al menos perjudicaba la moral del establecimiento porque habían señoras y señores honestos asociados...
Después de esto mi lectora supo que había tenido razón para detener que ésta mujer se fuera metiendo poco a poco en su casa y, adquiriendo una confianza que no es común en otras sociedades pero que acá es muy usual, así que en menos de lo que usted se imagina, mi lectora y confidente se volvió a ganar la confianza de quienes de quitaron el habla, aunque ella no estuvo del todo de acuerdo, pues le gustaba más la idea de que no la voltearan ni a ver y así no tener que charlar con las señoras lo mismo de siempre:
Que sí el marido de fulana de tal es un huevón (de holgazán, no de otra cosa), de la casa que se compró sutanita, que nadie sabe en qué trabaja el marido de aquella porque gastan mucho y usan carro blindado, que sí fulana está resbalándosele a don fulano y muchas trivialidades y frivolidades más que parece que uno estuviera viviendo en Minatitlán o en Coatzacolacos Veracruz. Sí, entre obreros de PEMEX y mujeres de esa ralea.
Mi lectora en poco tiempo supo dar a entender que ella no era una mujer que la hacían salir de su casa con el pretexto de un baby shower, tampoco de una despedida ni del santo pretexto de ir a misa, así que procuraba mantener una amistad ligera con todas las damitas pero no intimidaba absolutamente con nadie, se castigó evitando tener amigas para no sufrir lo que sufren todas las amigas en esta sociedad en donde no has terminado de despedirte cuando ya te está bajando el cuero tu misma comadre, amiga o concuña…
Y es que debido a su estado neutral conoció mejor a muchas mujeres y se enteró de intimidades que le hubiera gustado no haberlas conocido nunca, sobre todo porque quien se lo contaba o, era amiga de esa persona o familiar. Luego entonces, no se le hacía correcto escuchar comentarios sucios que dañaban la honestidad de otras damas y peor todavía sabiendo que se trataban como amigas pero que se traicionaban con la lengua y la confianza.
Este detalle y otros más que no puedo contarle hoy, le confirmaron a mi lectora que debía tener mucho cuidado, así comenzó a evangelizar a su esposo para que fueran buscando otra ciudad a donde irse a vivir y trabajar, deseaba además otra sociedad, otro ambiente para sus hijos. Le daba mucho miedo la lengua viperina de las mamás de unos compañeritos de sus hijos que se reunían con el pretexto de “la tanda”, en donde todas hablaban mal de todas, se faltaban el respeto y según se sabía, se burlaban del marido de una de ellas que andaba con su compañera de trabajo pero en el fondo se alegraban porque así se cumplía un alivio social “dolor de muchas, consuelo de todas”.
Sí, como todas llevaban vidas agrias al lado de esposos infieles, estaban gozosas de que la nueva integrante de la tanda que parecía tener bien controlado al marido, y este andaba de amores con una compañera de trabajo y hasta viajaban juntos con el pretexto de saber más del mango y sus plagas, así que el círculo estaba cerrado, todas tenían ya algo en común, lucían hermosos cachitos y fingían ser felices…
Un año antes de abandonar la ciudad, mi lectora descubrió que su marido no actuaba como el mismo hombre de siempre, sobre todo en el lecho, algo faltaba, algo olía distinto y como todas las mujeres tienen ese sentido común, solo que no todas desean descubrirlo por temor a perder la beca, ésta decidió hacerle caso a su presentimiento, y puso mayor atención en su marido.
No tardó mucho en descubrir qué pasaba y como en muchos casos, su enemiga estaba cerca, fue precisamente su vecina en la primera que pensó. Se trataba de una mujer joven, guapa pero que extrañamente no había intentado hacer amistad con ella, sino que todo se limitaba a un simple saludo y ya; una mujer con un esposo que sino era cómo para ella, al menos era un tipo aburrido que parecía ser buen marido, muy hogareño, como pocos o muchos cachudos.
Mi lectora comenzó a salir de su casa en distintos horarios y a transitar por donde estaba la oficina de su esposo y en una semana en dos ocasiones, vio el carro de su vecina estacionado enfrente, primero pensó que se trataba de algún negocio pero cuando descubrió a la siguiente semana que ésta seguía visitando que decidió un día bajarse a verlo. Al fin que era su marido y ella podía visitarlo, aunque no acostumbraba respetando así el espacio de cada uno.
Tremenda fue su sorpresa cuando descubrió que el esposo no estaba, que había salido a revisar unas obras que estaba construyendo, así que decidió esperarlo, pero antes, escondió su carro, lo alejó del sitio para no levantar sospechas y desde la ventana vio dos horas después cómo se bajaba la vecina del carro de su esposo y se subía al suyo, mientras que su esposo empujaba la puerta de la oficina. El encuentro fue ¡fatal! Como dicen algunas damitas cuando se espantan.
La esposa le dio un beso y se despidió, llegó a su casa y comenzó a hacer maletas, decidida a abandonar la casa en ese mismo instante pero antes, decidió esperarse a que el marido de la vecina llegara para que se presentara ante ellos y el encuentro de los tres, no solo fue bochornoso, sino que humillante, pues mi lectora se despidió del esposo de la vecina diciéndole –Yo que usted, le hacía un estudio clínico a sus hijos para estar seguros sí son suyos o de algún amiguito de su esposa-
Mi lectora no perdió a su esposo, porque este de inmediato buscó quien se quedara en su lugar y se marchó para seguir a su esposa, la amaba por sobre todas las cosas y no iba a permitir que, por una aventura él perdiera todo, incluyendo a su familia. El fin de semana estuvieron en Tapachula, solo para hacer unas liquidaciones, ahora viven en otra ciudad en donde han comenzado una vida nueva al lado de gente sociable, pero que lee y que tiene cierto y envidiable nivel cultural, no nivel frívolo ni nivel social vanidoso, y menos en donde se concursa por dinero o por glamour.
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