viernes, 23 de enero de 2009
2009, AÑO DEL AHORRO
PRIMERA FILA
Por. Rosalino Ortiz
En entregas anteriores se comentó sobre el difícil panorama que espera a los sectores populares, a los vulnerables, a los marginados, a los que menos tienen. La carestía, la falta de empleo, la falta de oportunidades y los precios altos, fueron señalados como depredadores de la economía de muchas familias. Por eso, este 2009, que se ve desolador, debería de llamársele “El año del ahorro”, porque no queda otra sino ahorrar, pero en todos los sentidos, “pa que te alcance” dijera una firma por allí.
Y es que, lo que menos hay entre la gente (se habla de los grupos arriba mencionados), es la cultura del ahorro. Aquí, es norma que la gente gaste más de lo que gana, más si esas familias son “copionas”, “igualadas”, o que quieren aparentar lo que no tienen. No reparan en gastos, especialmente cuando acuden a fiestas y no desean que la gente los vea con el mismo equipo (la misma ropa). No importa, aunque tengan que pagar después, aunque tengan que empeñar valores. De cómo vive la gente, es algo que no importa a este columnista, pero es la mera realidad.
Ante esa situación, el 2009 es una buena oportunidad para reflexionar, para hacer un alto y entender muy bien qué es lo que ocurre, y adoptar las medidas que crean convenientes para enfrentar el futuro en mejores condiciones, con mejores herramientas, con alternativas viables. Y una de esas medidas, sin duda, es la cultura del ahorro. Es decir, habría que reconocer que este 2009, debería ser “el año del ahorro”, a menos que la gente quiera seguir viviendo entre la angustia, la preocupación y la marginación.
Pero el ahorro que se propone no es nada más en el aspecto dinero. No, nada de eso, el ahorro tiene que ser amplio y en todos sentidos. Una cultura a la que tienen que entrarle todos, incluso hasta los que tienen solvencia. Porque ahora, son tiempos de ahorro de agua, de combustible, de energía eléctrica, de dinero. Bueno, hasta ahorro de tiempo, porque ahora, éste ya no puede perderse en bagatelas, en casos y cosas que no dejan nada bueno. Dicho en otras palabras, ahora hay que aprovecha debidamente el tiempo.
Volviendo a lo del ahorro, para nadie es un secreto el alza que sufrieron los combustibles, la gasolina principalmente, que es una especie de motor que mueve todo. Así, ahora la gente ya no puede andar sin ton ni son y de arriba para abajo con el carro, porque eso lesiona sus bolsillos. Desde luego, este comentario es para las clases populares, porque los adinerados, no tienen ningún problema. Y he aquí que a veces resulta lo contrario: los que tratan de ahorrar son precisamente los que tienen. De esto, este columnista no tiene ninguna culpa.
Pero no es sólo la gasolina. También el agua es otro factor que merece su atención. Hoy en día, la gente ya no puede darse el lujo de tirar el agua. Antes, el vehículo se lavaba con la manguera a todo chorro, a toda presión. Ahora, el líquido escasea por todos lados. Bueno, con decirles que el río Coatán, de Tapachula, que tanto daño ha hecho en años anteriores, en estos días de enero apenas es un “chisguete”. Pero, párele de contar, porque si hablamos del agua purificada que se compra, allí no hay vuelta de hoja, está carísima y así, no debe haber gente que piense en desperdiciarla.
¿Y qué dicen de la energía eléctrica? Este tema ha sido dolor de cabeza para muchas familias, porque dicen que “los recibos de luz llegan muy altos”. Este asunto está comprobadísimo y aquél que diga lo contrario, es porque de plano no lo quiere aceptar: hay desperdicio inútil de la electricidad. Esa es una de las causas principales de que la gente consuma mucha energía y luego tenga que pagar muy caros sus recibos. Es decir, aquí, hace falta que la gente se meta de lleno a la cultura de al ahorro, del ahorro de la electricidad y que no la desperdicie en cosas baladíes.
Los domingos, que son días en que la mayor parte de la gente descansa, son las 9 y hasta 10 de la mañana y los focos en las marquesinas de sus casas, siguen encendidos (porque a esa hora aún no se han levantado). De igual forma, salen a trabajar, a veces no queda nadie en casa, y sin embargo los aparatos de entretenimiento, entre ellos el modular y el televisor, aunque los apaguen con el control, continúan conectados jalando corriente. Estas son escasamente dos formas, de un montón que hay, de cómo la gente desperdicia la energía eléctrica sin ningún provecho. Por el contrario, tiene que pagar lo consumido en claro deterioro de su economía.
Por eso, no queda otra alternativa que ahorrar. Pero como se dijo al principio, ahorrar en todo para que lo poco que ganen, les alcance cuando menos para lo más elemental, que es la alimentación. Y es que, la alimentación es básica para todo el mundo. Lo malo es que a veces, las familias se componen de 5 a 8 hijos, y eso cuesta. Traerlos al mundo no, pero mantenerlos sí (rosalino_ortiz@yahoo.com.mx).
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