domingo, 25 de noviembre de 2007

Sin límite

Alberto González Martínez/Fronterizo Viacrucis del campeón (Primera parte) La tarde del jueves 22 se celebró una memorable sesión extraordinaria del cabildo tapachulteco. Minutos después de las seis de la tarde comenzó la reunión a la que Eduardo Reyes Ruiz había convocado para desahogar dos puntos: la toma de protesta del nuevo Síndico Municipal y la aprobación de la cuenta pública de los meses que dejó pendientes Ángel Barrios Zea. Varios hechos marcaron esa sesión en la que destacó la patética incongruencia del hombrecito que, quizá por su escasa estatura, ha aceptado con docilidad el triste papel que le asignaron en el teatro guiñol en que se convirtió el ayuntamiento tapachulteco a partir de la segunda quincena de octubre. Su titiritero aparece como director honorario de la gaceta municipal —que sin rubor alguno ya cobró la primera factura que ronda el cuarto de millón de pesos— y que en los últimos días ha optado por rasgarse las vestiduras para tender la cortina de humo que solo busca tomarles el pelo a los inocentes lectores. Ese titiritero le mueve tan mal los hilos que cada hora, cada día, lo hunde más y más sin que el presidentito que padece el pueblo de Tapachula se percate de que cuando las hojas del calendario 2007 se extingan quien tendrá que salir huyendo del pueblo será el que ahora no cabe en su calzón por haber sido impuesto como alcalde sustituto. Pero como le fue tan mal el primer miércoles de noviembre, en que muy echado pa’delante dispuso que la sesión fuera pública, para que cuantos quisieran presenciaran sus bravuconadas y lances histriónicos, el jueves 22 Eduardo Reyes Ruiz optó por todo lo contrario: ordenó que los integrantes del Cuerpo Edilicio permanecieran encerrados a piedra y lodo para que ningún intruso de deleitara con la tunda que, ¡una vez más!, le arrimarían los regidores que no comparten sus torpezas. Quizá el delirio de persecución que ya padece, o el miedo atroz que lo consume, le llevaron a ordenar a sus chalanes que aseguraran muy bien las dos puertas que comunican a la Secretaría Municipal con la Sala del Cabildo para que nadie osara meter sus narices en esa reunión en la que le dieron hasta con la cubeta. Y ya con la absoluta certeza de que ningún extraño vería y escucharía lo que ahí ocurriría, Eduardo Reyes Ruiz dio inicio a la Sesión Extraordinaria del jueves 22 de noviembre de 2007. Inmediatamente después del protocolario pase de lista, el hombrecito enfatizó que procedería a tomar la protesta del nuevo Síndico aprobado en las postrimerías de la Legislatura Local anterior. Como usted recordará, los ex diputados locales cometieron su última felonía antes de largarse con su millón de pesos de aguinaldo y finiquito. Pisotearon la autonomía municipal que tanto decían defender y se pitorrearon del acuerdo del Cabildo Tapachulteco emanado en la sesión extraordinaria del primer miércoles de noviembre, en el que categóricamente se establece que el Síndico es y seguirá siendo Sergio Pérez Córdova. Así que, fundado en el resolutivo número 325, firmado el 14 de noviembre por el ex diputado Castillejos, ex presidente de la mesa directiva de la Legislatura Local anterior, Reyes Ruiz quiso consumar una nueva imposición al cabildo tapachulteco. Solo que no contaba con la astucia de José Antonio Hernández, el dirigente municipal del PAN que ya tiene en la bolsa su nombramiento como regidor plurinominal y que entrará en funciones a partir del primer minuto del año venidero. Y aunque no se requieren sesudos análisis para comprender los obvios motivos del Toñito Hernández, como le dicen cariñosamente los panistas de la aldea, Eduardo Reyes Ruiz llegó a pensar que su cofrade cambiaría una chamba segura de tres años como regidor plurinominal por una frágil chambita de síndico emergente y, además, ilegal. Así que el primer round de la sesión extraordinaria del pasado jueves, el alcalde sustituto lo perdió por nocaut. Lo más peor, como dicen aquí en el pueblo, fue que su propio compañero de partido, su líder municipal, lo dejó con un palmo de narices. Sin hacer gestos ni pucheros, Eduardo Reyes se tuvo que tragar una sopita de su propio chocolate. El ambiente se empezaba a calentar y ya el alcalde sustituto sospechaba que el calvario sería prolongado. Como novia de rancho, el Toñito Hernández lo dejó vestido y alborotado porque nunca apareció para que Reyes Ruiz le diera posesión de esa chambita que solo le duraría 39 días. Y a contrapelo de la voracidad que han mostrado muchos panistas, sobre todo los matraqueros del derrotado ex candidato del PAN-PANAL, el Toñito Hernández desairó al engreído alcalde sustituto, lo dejó plantado y, lo peor, lo expuso al peor de los ridículos. Aturdido por el primer y doloroso revés de la noche, el presidentito quiso recomponerse, fingiendo que todo estaba bien le entró al segundo punto, el estelar que le quemaba las manos. Sacudió la melena alborotada y dijo con inaudible acento: —Les pido que aprueben la cuenta pública a partir del mes de agosto de este año. Yo antes era de los que siempre me oponía a la aprobación de la cuenta pública pero hoy seré el primero en votar porque me urge que toda esa documentación se entregue en Tuxtla Gutiérrez… — ¿Cómo es posible que nos pidas eso, Eduardo?— dijo Mary Cruz Trejo Lara para atajar al norteado sustituto que aún no se reponía del guantazo en la cara que le propinó su propio compañero de partido, el Toñito Hernández. —Yo te pido que te fajes los pantalones, Eduardo. Acuérdate que cuando eras regidor, una y otra vez te fuiste a El Orbe a denunciarnos, según tú porque éramos paleros de Ángel Barrios Zea. Muchas veces te fuiste a quejar y a decir que éramos cómplices porque aprobábamos la cuenta pública sin chistar, sin analizar nada. ¿Cómo es posible que ahora nos pidas que te aprobemos la cuenta pública y ni siquiera te tomas la molestia de explicarnos, detalladamente, en qué se gastó el dinero, sin mostrarnos los analíticos que Barrios Zea sí presentaba?— le dijo la primera regidora que, paradójicamente, también es panista. Los apuros del presidentito tenían una razón de ser: mandó todo el papelaje a Tuxtla, adjuntando un oficio en el que aclaraba que la cuenta pública de agosto 2007 en adelante no llevaba la firma de Barrios Zea porque ya no despacha en la oficina principal de la Casa de Blanca Nieves, como le llama ahora la voz popular a la caja de cristal. Y allá, en la capital del estado, lo primero que pidieron a los mandaderos que llevaron todo el papelaje fue la aprobación del cabildo. Por eso la desesperación y la torpe forma de suplicar del alcalde sustituto. Casi lloraba, imploraba, que le aprobaran la cuenta pública para poder mandarla a Tuxtla Gutiérrez. Por eso también la misteriosa actuación de Rosario Vázquez, la regidora del Partido Verde Oportunista, que horas antes había invitado a desayunar al también regidor, Alberto de San Cristóbal León, para tratar de convencerlo de que votara por la aprobación fast track de la cuenta pública que tanto le urgía al presidentito sustituto. Y por eso también la cándida pregunta que la misma Rosario Vázquez le lanzara al sedicente regidor priísta, Clemente Miguel López Zepeda, inmediatamente después de que Mary Cruz Trejo dejó sin aliento al maltrecho alcalde sustituto: — ¿Acaso nos podemos meter en problemas si aprobamos la cuenta pública, Clemente?— quiso saber la del Verde Oportunista. Y el aludido, para que todos los presentes se convencieran de que su paso por las aulas de la Escuela de Derecho no fue en vano, respondió afirmativamente a su colega. Clemente Miguel dijo que sí, que la aprobación al vapor de la cuenta pública podía tener responsabilidades legales y que, por lo mismo, él se reservaría el voto para una mejor ocasión. Ya entrados en materia, la regidora Concepción Suárez Mejía lanzó similar pregunta al panista José Antonio Ley Villatoro: —Contador Ley, usted ya tiene experiencia porque ya fue regidor en un ayuntamiento anterior. Me gustaría saber su opinión antes de que pasemos a la votación que quiere hacer Eduardo para que le aprobemos la cuenta pública— dijo la regidora. “Claro que puede tener consecuencias legales tal aprobación, regidora. Es conveniente analizar muy bien este punto porque nos podemos meter en problemas legales de los cuales nos vamos a arrepentir después…”, contestó el panista Ley Villatoro. Tales comentarios fueron como la tablita de salvación de la que, raudo y veloz, quiso asirse el alcalde sustituto. “No hay problema. Si ustedes creen que no hay condiciones para aprobar la cuenta pública, la dejaremos para la próxima sesión. La vamos a incluir en la Orden del Día de la sesión de la semana venidera…”, dijo, muy ufano, Eduardo Reyes Ruiz. Pero ni bien había terminado su alocución cuando ya el perredista Sócimo Villalovos centraba al alcalde sustituto: — ¡Ningún lo dejamos para la próxima sesión! La Ley Orgánica y el Reglamento Interno son muy claros al respecto: cualquier punto que se incluya en la Orden del Día para su análisis y discusión tiene que someterse a votación. Así que no hay de otra: hay que votar este punto después de los análisis pertinentes— dijo el perredista. Continuará…

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